¿Y QUÉ TE PARECE CHICHO DURANT? O: Y AHORA, ¿PORQUÉ NO NOS CUENTAS UNA DE VAQUEROS?

"El problema de Chicho es su propia continuidad. El cine es un oficio. Ahora se hace cine con cámaras de alta definición y uno tiene que saber no solo cómo usarlas, sino tener el concepto de los lentes, de los formatos, qué te permite la profundidad de campo. Eso va cambiando rapidísimo. Cuando haces una película cada seis años te desactualizas. Hay un problema bien serio ahí."

El gusto por el cine. Una entrevista a Ricardo Bedoya por Abelardo Sánchez León y Martín Paredes.


Revista QUEHACER N· 176, página 101. Octubre-Diciembre 2009.

Nota.

Con todo respeto, no me parece que el problema de Alberto Durant, o uno de sus principales problemas, sea que su director de fotografía o su camarógrafo o un manual de instrucciones no le haya explicado el funcionamiento básico de una determinada cámara en dos tardes (o hecho ese trabajo por él, por lo menos en parte, o también hubiera podido practicar con otra cámara más barata antes de filmar). Sus problemas, me parece que lo sabemos, son otros, ¿verdad? y no son confinables de modo preponderante o exclusivo al dominio de lo técnico. Por lo tanto, y esto tal vez sea debido a mi trabajada incultura, me declaro incapaz de captar la agudeza o brillantez de tal reflexión. O tal vez -con todo respeto- arriesgo una hipótesis que someto a la consideración de los apacibles lectores: podría tratarse, bien simplemente, de una respuesta elusiva, de un rodeo, con el objetivo de evitar el tema de fondo; algo infortunadamente común y sintomático de parte de un cierto tipo de crítica de cine en el Perú con respecto al cine peruano. Yo no la llamaría -en todo caso- una observación demasiado fértil o profunda o satisfactoria. A menos que se la reconsidere, situándola en otro contexto, como una evidencia o sugerencia (entre otras) de un crítico que no dice lo que realmente piensa. Cada quien tiene sus razones, como diría Jean Renoir.

En cuanto a la polémica, recuerdo a Konrad Lorenz y se me viene la imagen de distintas especies orinando para marcar su territorio. Ese territorio incluye o incluía decir que el cine peruano de gente como Durant no era tan malo y que Conacine tampoco lo era. Y ay de quien no opinara como ellos, o los cuestionara abiertamente. Ese pecado no se perdona y moviliza todas sus energías. Hoy, otra generación de cineastas con un gran potencial y que ha roto el canon del cual ellos eran guardianes, y otro público, los mira como parte del problema y no con ese respeto merecido por gente que hizo bien su trabajo -lo que debe ser muy triste-. Pero también los mira de una manera alegre, lúdica, divertida, no los toman en serio pese a su supuesta gran cultura, que en este caso funciona más bien como un agravante. Porque, si saben tanto, ¿cómo hicieron para no ver tantas veces lo que era evidente, lo que se está muriendo y lo que apenas empieza a nacer?

'Y ya que descubrimos que existe vida después de Lombardi & Conacine ¿porqué no nos cuentas ahora una de vaqueros?'

M.C.




P.D. Mis felicitaciones por el nuevo número, el quinto, de la revista Ventana Indiscreta.