LA CINEFILIA NO ES PATRIOTA

DEDICADO AL CINE PERUANO QUE AÚN NO EXISTE

Friday, May 16, 2008

A HISTORY OF VIOLENCE (2005), DE DAVID CRONENBERG

Sí, eres normal.
Sí, eres un monstruo.
¿Qué harás?




Como es ‘natural’, Cronenberg nunca hará -desde el punto de vista del gran público- una película ‘normal.’ Por normal me refiero a esa manera cobarde y acomodaticia de vernos (o sea: de pensarnos) a nosotros mismos. No somos tan malos, después de todo. Somos muy buenos, incluso. Somos normales. Somos como todo el mundo. (Hacemos ‘lo que todo el mundo haría’ en circunstancias semejantes -el manto de la impunidad-). Ah, y también, por supuesto -aunque no lo digamos en voz alta-, somos mejores que los demás.

Lo que Cronenberg ha hecho es una película que pasa por ser normal el tiempo suficiente para, desde ahí, intentar cuestionar con una agudeza mayor y de raíz esa supuesta normalidad. Aunque, si me pongo a recordar, la primera escena no tiene realmente demasiado de normal. Veo un plano inusualmente largo, que me transmite una sensación de inmovilidad, que es casi agobiante. Veo a un par de sujetos dentro de un auto descubierto, con cara de desalmados. Se ven fríos como reptiles pese al calor sofocante. Un parco diálogo. Uno de ellos entra de nuevo al motel. No, ni la ciudad más pequeña y anónima se salva. Pronto descubrimos (tal vez sin gran sorpresa, pero dentro de un ritmo adecuado) que se trata de un par de asesinos. La sensación global que se desprende de la escena es la de un malestar difuso, pero poderoso, que parece corresponderse con algo más allá de lo mostrado, que es ya, sin duda, una pesadilla, de horror seco, y en tiempo real. Tal vez, la unión inquietante de lo cotidiano y lo siniestro. Corte.


No hay lugar como el hogar. Una niñita rubia grita. Es como si gritara al ser espectadora de la escena anterior, que no ha presenciado, pero que, suponemos, probablemente ha ocurrido no tan lejos de ahí. Ella despierta... de una pesadilla. Aparición de la familia normal y feliz. (¡Miren eso! ¡Cronenberg nos está tomando el pelo!). Como resulta normal en estos casos, se dedican tranquilamente a tranquilizarla. Le dicen que, bueno, los monstruos no existen, o que le temen a la luz. Todo está bien, ya pasó. Pero todo está por empezar.


De entrada, y a un ritmo sinuosamente sosegado, se establece una dualidad entre la normalidad cliché (cabe desde ahora preguntarse si Cronenberg juega con el cliché o más bien es el cliché quien juega con él), que se traduce en el desarrollo de un drama familiar, con elementos variados de otros géneros, con familia normal y ‘feliz’, gran secreto de uno de sus miembros, revelación del secreto y reacción del entorno, y lo que ya luego se verá como la interesante serie de preguntas que plantea la película: ¿cómo es que nos atrevemos a considerarnos normales si la verdad (el secreto, lo escondido) es que somos al mismo tiempo unos monstruos? ¿Es que no lo sabíamos? ¿Cómo es que lo olvidamos, que no lo vemos? Si siempre está allí... ¿Qué haremos con esto? Alguien dirá: lo monstruoso es una forma de la normalidad, normalmente no reconocida. Con lo cual, no hay que ser muy inteligente para darse cuenta de que no reconocer la monstruosidad es lo más monstruoso, ya que esa es la garantía de su perpetuación.


En estas primeras dos escenas tenemos lo siguiente. Primero, vimos, en estado de reposo, y en "acción" a monstruos que están fuera. Luego (sin verlos), a monstruos que están dentro. Pueden atacar en cualquier momento. No hay donde esconderse. Están en todas partes. En una niña inocente. En unos sujetos no tan inocentes. Aunque no haya tenido un inicio muy normal, la película se ocupa (hasta diría: se complace) en retratar un estado de normalidad (que incluso enferma) con el que pareciera identificarse plegándose a su ritmo, el de la vida en una ciudad pequeña, mostrando agradablemente rutinarias relaciones interpersonales. En otras palabras. Los monstruos no existen. O están lejos. Pero sí existen. Y están cerca.

La secuencia lógica es: hay un hombre aparentemente normal que ante una situación extrema, de vida o muerte, reacciona con violencia, en defensa propia; esto, a ojos de los demás, lo convierte en objeto de culto, en héroe; como si se tratara de un acto puro de ‘bondad’ la naturaleza horrible y violenta del hecho es minimizada, olvidada, eliminada; lo cual significa que el hecho es percibido unívocamente como heroico, y como tal, es idealizado, mitificado. En otras palabras: la violencia se percibe sin más como una solución satisfactoria. Un ‘final feliz’. De los de Hollywood. De los de Bush. (Y un largo etcétera...) Pero un héroe, bien mirado, no siempre lo es: ¿acaso un héroe, para serlo, en ciertos casos, no tiene que ser, también, esencialmente, o aunque sea por un momento, un monstruo? En este punto la conclusión es obvia; aquello que es percibido por muchos como normal bien puede ser monstruoso. Entonces: ¿sabemos la diferencia entre lo normal y lo monstruoso? Entonces: ¿sabemos quiénes somos?

¿Qué sucede con nosotros si las imágenes más violentas de hecho son las mejores y no solo las mejores sino también las que nos resultan más placenteras? ¿Es esto culpa nuestra, de Cronenberg, de todos, de ninguno? Cronenberg ha declarado limpiamente que la violencia existe, y que él solo se ha limitado a filmarla. Hasta ahí, todo bien. La película trata de la reacción de los espectadores de la violencia, más aún que de la violencia misma. Sean éstos los propios personajes o nosotros mismos. Pero, ¿en qué se diferencia Tom/Joey, al fin y al cabo, de otros héroes indestructibles? ¿Qué tan realista y verosímil es presentarlo como se lo presenta? Tom/Joey es un ex-Harry El Sucio o un ex-Goodfella que quiere ser un personaje de James Stewart o Gary Cooper en una película de Frank Capra. Y casi lo consigue. La otra mitad de esto es que tiende a convertirse en un cliché más refinado.




Creo que es notorio, además, que la película pierde un tanto el rumbo con el uso cliché de un par de espléndidos gángsters de pastiche, el personaje de Ed Harris, que con espíritu muy western desea cobrar una deuda del pasado (ojo con él), y, algo más tarde, con el personaje del hermano mayor de Tom/Joey, un William Hurt obeso, en una actuación muy a lo El Padrino. Aquí la lealtad al cliché de Cronenberg y de Olson (el guionista) me parece sospechosa. Son solos de trompeta, en sí mismos deleitables, interpretados por actores virtuosos para quienes la parodia es una oportunidad de lucirse, pero eso hace que la historia, más allá de lo divertido que sea verlos en acción, decrezca en la autenticidad de lo sombrío u ominoso. El cuadro se torna farsesco en demasía, el desarrollo se vuelve digresión y desequilibrio, con lo cual se desdibuja el diseño total, dañando el resultado.

Es al final donde creo que la película retoma la absoluta seriedad, vuelve a sí misma (como bastante antes, en la punzante escena de coito con sabor a violación), en esa inolvidable escena final, resuelta sin una sola palabra. Resuelta con toda la carga de emoción y a la vez de ambigüedad que uno pueda desear. Es el regreso del monstruo a casa. Ha liquidado todo cuanto hacía peligrar a él y los suyos. Sin embargo enfrente de su mujer y sus dos hijos sentados a la mesa está totalmente desarmado, desnudo. Así como al principio se convirtió (fue convertido) en héroe, ahora es un demonio. Cronenberg, y la extraordinaria actuación de Viggo Mortensen consiguen mostrarnos a un ser humano que pide con los ojos y con todo el ser que vean todo lo que es, no sólo parte de lo que es o ha sido, y trata, o trató, de dejar atrás. La niña saca un plato y pone los cubiertos. Su mujer apenas puede mirarlo. El hijo le alcanza el plato donde está el asado. El final de la película es un primer plano del rostro de Mortensen cada vez más cerca de nosotros con los ojos grandes y húmedos. No hay lugar como el hogar.

Quiero acabar citando a Michael Haneke -otro de los grandes del cine actual, que deslumbró y perturbó, al igual que Cronenberg, en Cannes, con su película Caché (Escondido)-: "Los pesimistas son los que hacen films de entretenimiento".


Mario Castro Cobos

La Cinefilia no Es Patriota

0 Comments:

Post a Comment

<< Home